Los socios del club del cangrejo "En verano"
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FUERTE LO TUYO¡¡¡

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El conductor hizo contacto radial entre auditores y tomó palco para escuchar
RUMPY CUMPLIO DESEO DE TENER SEXO TELEFONICO A FOGOSA JOVEN
Jueves 21 de octubre de 2004

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Andrea, de 19 años, llamó para solicitar que algún solidario oyente del programa El Club del Cangrejo, la ayude a cumplir su fantasía erótica. Los interesados sobraron, pero el elegido no cumplió las expectativas.

Sólo dos segundos después de que el Rumpy recordara el número de Radio W, para ver si algún auditor de su programa El Club del Cangrejo se atrevía a cumplir la fantasía sexual de una fogosa joven que se mantenía en la otra línea, los teléfonos comenzaron a sonar.

Todo sucedió la tarde del martes recién pasado, cuando un hombre que dijo llamarse Pablo, y que supuestamente hablaba desde su trabajo, dijo estar listo para satisfacer el deseo de Andrea, una joven auditora que se mantenía en la otra línea de la radio y cuya fantasía era tener sexo telefónico con algún desconocido.

La joven, de 19 años, contó a Roberto Artiagoitía, popularmente conocido como el Rumpy, que su pareja desde hacía dos años ya no la satisfacía como antes porque llegaba tarde y cansado del trabajo. Ante la carencia, había optado por serle infiel, pero ahora quería tener nuevas sensaciones y esta vez su deseo era conocer el sexo a través del teléfono. El conductor radial siempre dispuesto a ayudar a sus auditores, hizo el contacto entre Pablo y Andrea y tomó palco para escuchar el acalorado diálogo en vivo en directo.

Quisiera pasar mi lenguita por todo tu cuerpo. Te excitaría complemente, de arriba hacia abajo, decía Pablo, poniendo su voz más sensual tratando de entusiasmar a Andrea, que aseguraba estar tendida en la cama usando sólo un colaless.

El tórrido auditor desplegó todo su léxico erótico, pero después de un rato, la joven sólo respondía con fingidos ¡uyy, qué rico!, mientras le comentaba a su ocasional compañero telefónico que le encantaba el grado 4 durante sus relaciones sexuales.

Después de unos diez minutos de sexo virtual, el Rumpy cortó abruptamente la llamada y despachó al ardiente Pablo, que ni siquiera pudo despedirse de Andrea.

¿Y qué le pareció, mi reina?, preguntó el conductor, ansioso por saber si durante la llamada la joven se había masturbado. Mmm, es que era mucha conversa y a mí me gusta más acción. Pero igual se siente rico, respondía una sincera y de nuevo disconforme Andrea. Al final y muy ad hoc con lo ocurrido, el Rumpy terminó la acalorada sesión con el tema Insatisfacción de Los Prisioneros.

Mejor en persona

La idea de tener sexo telefónico no entusiasma a Alejandra Lobos, tercera Miss Playboy 2002. Mejor es el sexo en vivo y con la persona que se ama. Además, tampoco me parece hacer pública la solicitud, opinó la modelo.

De la misma idea es la vedette Carolina Gámez: Nunca he hecho sexo telefónico y no me llama la atención, porque dudo de que se pueda obtener la misma satisfacción que en una relación sexual normal.

El presidente de la Sociedad Chilena de Sexología, Antonio Salas, añadió que el sexo telefónico es ampliamente liberador porque se puede dar rienda suelta a la imaginación. Se puede pedir y hacer cualquier cosa.

Rumpy transmitió acto sexual por la radio

En medio de quejidos y sonidos de placer, ella aseguró que tenía 19 años y 114-95-116 como medidas anatómicas, en un contacto que duró largos 30 minutos.

El popular Rumpy ha escuchado muchas cosas extravagantes de su fiel auditorio radial, pero de seguro ninguna tan ardiente como la llamada telefónica que ayer le hizo una pareja al programa El club del cangrejo, que trasmite diariamente la Radio W, en la cual una mujer le relató al aire, con efusivos sonidos, respiraciones desesperadas y lujo de detalles, cómo estaban haciendo el amor y lograban un intenso orgasmo.

Fueron largos 30 minutos en los que Roberto Artigoitía apenas habló a ratos, con muchos silencios entremedio y atinando a formular sólo una que otra pregunta a una chica que aseguró tener 19 años, 1,75 metros de estatura y 114-96-118 como medidas anatómicas.

¿Aló, con quién hablo?, preguntó inocentemente el conductor, antes de que la respuesta lo dejara helado. Digamos que Morena, y te quiero contar que ahora estoy con mi pololo en mi casa, solos... incursionando, y llamamos.

El Rumpy se rió suspicaz y evidentemente incrédulo. ¿Nooo, en este minuto?, inquirió.

-Sí, en este minuto.

-¿Y para qué llamái, para sacar pica?

-No mi amor, pa contarte lo que estoy sintiendo, es algo muy rico.

-Ya poh, cuéntame algo, di algo.

-Qué querís que te diga, poh Rumpy.

La voz de la chica era dulce, acaramelada, muy segura. El tono bajo y casi susurrante, algo jadeado, a un ritmo lento y que se interrumpía con sugestivos gemidos y exclamaciones de placer, ante las cuales el Rumpy apenas respondía.

-¿Y dónde están ahora?, dijo el conductor.

Ella describió cómo ambos yacían en su cama y aseguró que estaban en pleno coito, aprovechando la hora de colación del viril galán. Incluso aseguró que la maratónica sesión ya le había regalado cinco orgasmos.

¿Te querís meter en el juego?, le preguntó de pronto Morena al Rumpy.

-Y qué querís que haga..., mejor déjame hablar con mi tío.

Acto seguido ella le pasó el teléfono a su pareja, quien apareció tosiendo. No se identificó y confesó algo carraspeado que en ese minuto estaban disfrutando de sexo oral. Aquí se están dirigiendo al país, dijo.

-Llamái pa sacar pica, le retrucó el Rumpy.

-No, es que ella quiso llamar para contarte (mientras no paraba de reír). Luego Morena retomó el contacto y describió cómo había llegado a un sexto orgasmo, mientras él acariciaba sus senos. Rumpy, lo estoy pasando chancho, regio, hemos hecho de todo, añadió.

-Ya poh, cabros, denle, hagan lo que quieran, la radio es suya.

-Aaay, me está lamiendo los senos... qué rico.

-Aquí los socios están por mail diciendo que tú te subái arriba.

-Ya, espérame, ya estoy arriba. Humm, ya, ya mi amor, ahhh (se quejaba con una profunda respiración), soy insaciable.

En eso, el varón preguntó que cuánto faltaba para las cuatro de la tarde, y le pidió un frasquito de Viagra.

Tras la gimnasia y un intenso gemido, Morena le dijo al Rumpy que (el orgasmo) te lo regalé a tí.

Oiga mi reina, le respondió el Rumpy, y agregó un-dos-tres por mí y por todos los socios, antes de dedicarles una canción llamada El templo del placer.

Fuentes de la producción de El club del cangrejo comentaron ayer que mientras El Rumpy estuvo al aire recibieron una gran cantidad de emails de auditores, hombres y mujeres. Algunos de los mensajes eran peticiones reales de distintas poses sexuales, sugerencias de cómo debían interactuar los pololos en su hora de colación. Muchos otros eran emails de apoyo y otros tantos con críticas por lanzar al aire un coito de 30 minutos.

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Otra del Rumpy: auditora contó que se separó porque su marido pesaba 145 kilos
Martes 28 de septiembre de 2004

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Todos me dicen que soy superficial. ¿Suena muy feo? ¿Es muy banal?, preguntó la mujer, que se confesó de un metro 72 y 54 kilos.

Me da mucha lata decirlo, pero ya no salgo con mi marido porque me da vergüenza.
La sincera confesión de Paula, una auditora de 30 años del Club del Cangrejo de Radio W, motivó la inmediata solidaridad del Rumpy: su cónyuge pesa 145 kilos y no cabe ni en el auto ni en el baño del departamento.

Ella decidió abandonar la casa tras un año y medio sin intimidad, cansada de duplicar las visitas al supermercado en búsqueda de víveres y de las burlas en las comidas del trabajo. Claro: el hombre engullía tres berlines al desayuno más leche con chocolate y pan con queso, merendaba promociones de pizzas familiares, bebidas gigantes y pollos asados enteros con papas fritas. Y viajaba usualmente a Talca para comer asado de tira en una picada, según quedó claro ayer en la retransmisión de la charla, elegida por los productores de la radio entre las mejores del año.

Alentada por su nana, Paula comenzó a contarle su historia al Rumpy con una petición. No te rías de mí. Llevo tres años casada y me estoy separando. Me fui porque mi marido empezó a subir de peso, a subir de peso y ya no lo soporto, no lo aguanto, explicó.

-¿En cuánto está?

-145 kilos, porque la balanza de la nutricionista no daba más. Entre morsa y cachalote.

He hecho de todo, nutricionista, consejero matrimonial. Hace un año y medio ya no tenemos vida de pareja. Todos me han juzgado y dicen que estoy mal, que tengo un cuento con la vanidad. ¿Suena muy feo? ¿Es muy banal?, le preguntó la mujer que se adjudicó un metro 72 y 54 kilos ante la curiosidad del Rumpy.

Él respondió en su particular estilo: Es tremendo, pero lo encuentro lógico. Te comprendo que no dan ganas de andar paseando a 140 kilos de jamón serrano.

-¿Cuánto pesaba cuando te casaste?

-Como 80 kilos.

-O sea, se duplicó.

-Ja, tengo dos maridos... (La respuesta hizo que el Rumpy de-satara su imaginación con respecto a las dimensiones corporales del hombre en el dormitorio).

-Entonces está bien que te hayai separado.

-¿Pero cómo encontrai que uno diga: me separé porque estaba gordo?

-Es que no te separaste sólo por gordo, sino que porque ya no lo admirabas. ¿Y cabe en el auto?

-Bueno, depende del auto. En el mío no.

Problema de autoestima

Mi marido es gordito, pero nunca tanto. A mí me encanta como es, confesó entre risas Patricia Caballero, la pareja desde hace nueve años del voluminoso humorista Dino Gordillo. Ella analizó el caso de Paula.

Creo que hay un problema de autoestima. Si ella no se siente bien, tampoco va a hacer que el que está al lado suyo se sienta bien. Si su marido empezó a engordar, es también despreocupación de ella, comentó. En vez de levantarle el ánimo y ayudarlo a salir adelante, lo aplasta aún más, reflexionó

Locutor no la pescó ni en bajada
Otra auditora del Rumpy intentó vender virginidad

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Una vez más intentaron vender la virginidad en el programa radial que conduce el Rumpy, "El Club del Cangrejo" en la "W". En esta segunda patita, una compatriota de 22 primaveritas, que dio como chapa el nombre de Cony, le mandó el recadito a todos los radioescuchas que por nada del mundo despegan la paila de la transistor.
El cuento ocurrió ayer, cuando la cabra salía al aire para pedirle un sesudo consejo al siempre oportuno Rumpy. La historia que contó la desesperada Cony y que la llevó a tomar tan audaz medida no fue menor.

Como para ir tanteando el terreno de la media bombita que se iba a tirar, la acongojada muchacha empezó a rayar la cancha altirante. De entradita contó que hace un tiempo había fallecido su papi y que sólo se quedó en este mundo con su mamita, una tía y sus hermanos. También tuvo que dejar sus estudios de Administración de Empresas porque no había billullo para pagarla.

La cabra, sacó a colación que como buena mujer busquilla, había dejado los tatos casi sin suela recorriendo la capital, golpeando puertas y dejando currículums con la sola idea de que le dieran pega. Pero nada dio resultado.

Así las cosas, la comadre no encontró mejor prendida de ampolleta que llamar a la radio y ofrecer por los parlantes de la emisora la venta de su virginidad. Ella justificó su decisión diciendo que "estoy desesperada".

Pero el Rumpy, que escuchó sus descargos, no le dio la pasada y sólo se dedicó a darle consejos.

El remate
La historia no es nueva. En el mes de mayo, Sandy, una joven peruana remató por "El Club del Cangrejo" su virginidad. En esa oportunidad la chiquilla declaró que: "Soy extranjera, no puedo conseguir pega, tengo problemas económicos y la única forma que veo para salir de esto es venderme". Fue tanto el revuelo que causó su propuesta que las ofertas llegaron al por mayor, incluso se habilitó un mail para que los interesados mandaran sus cifras. Pero al final la cabra tiró pa' colina, ya que una auditora, sin pedir nada a cambio, le ofreció pagarle las deudas, los estudios y hasta una pega.

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